El ego laboral
Si bien es cierto que la unión hace la fuerza, trabajar en equipo no siempre resulta sencillo y agradable. En muchas ocasiones, el logro de objetivos compartidos se ve obstaculizado por lo que llamamos "ego laboral".
Existen indicios que permiten identificar la presencia de egos que traen efectos negativos para las organizaciones. Estar a la defensiva, compararse con los demás, buscar aceptación del entorno, presumir de un talento o vanagloriarse de la propia inteligencia, son señales de un ego desmedido que, a su vez, puede derivar en otros efectos no deseados. La necesidad de rivalizar con los compañeros de trabajo o considerar que nunca merecemos perder, son apenas algunas de las actitudes nocivas que afectan el clima y las relaciones laborales.
Por el contrario, cuando se consigue trabajar en equipo se genera una sinergia positiva, se aúnan las aptitudes de los miembros, se potencian los esfuerzos, aumenta la eficacia de los resultados, habita la confianza y la gratificación en el tiempo compartido.
En este sentido, existe una forma positiva del ego. Lejos de ser ese ego que crece para aplastar a los demás, el ego positivo presenta una fuerte relación con la humildad.
El verdadero opuesto del ego es la ausencia total de confianza en uno mismo. La baja sensación de seguridad o valía personal, otorga el control de nuestra autoestima a los demás y en consecuencia, nuestras decisiones y acciones están siempre determinadas por la visión que puede llegar a poseer todo aquel que nos rodean. De ese modo, las conductas asumidas que buscan “inflar” nuestro ego, son las mismas que tienen como fin secreto ocultar estas carencias.
La humildad, entonces, actúa como “equilibrio del ego”. A través de ella podemos asegurarnos de que nuestro ego se dirigirá hacia la producción de beneficios, aportará en la construcción de relaciones positivas y estará al servicio de los demás, mientras que si lo que predomina es el ego desmedido, podremos estar seguros de que aplicará toda su influencia invisible para llevarnos a la generación de pérdidas significativas, tanto en termino de resultados laborales como de vínculos sociales propios del ámbito.
Segun Víctor H. Tomas, experto en temas de Estrategia y Negocios y especialista en Dirección de Empresas, existen disparadores que nos aproximan a ese equilibrio:
• Inquietud y curiosidad para saber.
• Necesidad de preguntar.
• Cercanía con tu gente.
• Cambiar “yo”, por “nosotros”.
• Ser creíble por acciones, no por discursos.
En tu caso, ¿cómo afecta el ego a tu empresa? ¿Qué hacen para controlarlo?
María Victoria Lascano
Licenciada en Recursos Humanos
Coach organizacional internacional
Miembro de la Comisión de RRHH del Colegio de Graduados en Cs. Económicas de Tucumán